¿Por qué es tan difícil reducir la brecha de talento? ¿Por qué, cada vez que buscamos ejemplos de mujeres destacadas en la ciencia cuesta tanto trabajo encontrarlas? O volvemos a las mismas referencias. Porque, aunque cada vez sean más, hay pocas mujeres que estudian y buscan una carrera en disciplinas STEM. En buena medida, por un estereotipo que hasta en los comentarios más sutiles, inocentes y casuales se refuerza.
Imagina ser una niña de 5 o 10 años, en tu salón de clases. El maestro está explicando algo nuevo en matemáticas. Te emocionas, ¡amas las matemáticas! Pones toda la atención, te cuesta cierto trabajo pero sabes que lo puedes entender si te esfuerzas un poco más. Entonces, levantas la mano para preguntar y escuchas, a lo lejos, otro niño que dice (sin siquiera dirigirse a ti) “las niñas no son buenas con matemáticas, siempre tienen que pedir ayuda”. Te sorprendes, nunca habías escuchado algo así, mucho menos haberlo pensado… pero se queda en el fondo de tu mente. Y seguramente, te perseguirá el resto de tu vida académica y profesional.
Todos sabemos que estos estereotipos de género existen, relacionados con todas las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés) y sus consecuencias se evidencian claramente en las estadísticas. En México, sólo 3 de cada 10 profesionistas relacionadas con estas profesiones son mujeres, lo que lleva a una subrepresentación de género en el mercado laboral entre las carreras mejor pagadas actualmente.
La gran pregunta es cómo los combatimos de raíz. Y la respuesta nos lleva de vuelta a la educación temprana. Hay estudios que muestran que incluso desde los 6 años pueden encontrarse algunas falsas creencias sobre los campos STEM, como que las niñas están menos interesadas en clases de programación o ingeniería que los niños. No sorprende que ese patrón lejos de desaparecer, se refuerce mientras entran a la adolescencia.
Pero también es interesante, y una clave para combatirlo, que los mismos estudios muestran que la falta de interés de las niñas por las disciplinas STEM no tiene que ver con una creencia de que tengan menos habilidades, simplemente no encuentran un sentido de pertenencia, fundamental en ciertas etapas del desarrollo infantil y adolescente.
Volvemos al inicio: al ver pocas mujeres destacadas en STEM, sea en los medios, las redes o la propia comunidad se refuerza el estereotipo. Y mientras no haya ejemplos a seguir, es difícil para las niñas imaginar cómo luce eso de ser una mujer en una disciplina STEM, es decir no es algo que se convierta en una de sus aspiraciones. Como lo puede ser una bailarina, cantante, deportista, etc.
El combate al estereotipo es tan multifactorial como la preconcepción misma. Pensar en algunos de esos factores, ser conscientes y actuar en consecuencia a ellos es un primer paso para cambiar la mentalidad de las niñas y motivarlas a buscar una carrera relacionada con ciencia o ingeniería. De lo que no cabe duda, es de que tiene que hacerse desde los primeros años de formación y continuar durante las siguientes etapas de su educación.
- Dejemos que elijan sus juguetes libremente: si bien cada quien tendrá una preferencia por el tipo de juegos que le atraen, justo al darles esa libertad podemos llevarnos sorpresas y descubrir sus propios intereses y habilidades.
- Inculcar una mentalidad de crecimiento: adoptar la idea de que ninguna habilidad está predeterminada y todo se puede mejorar con esfuerzo y práctica, es un gran aliciente. Cuando crecen con esa mentalidad, sobre todo las niñas en este caso, entienden que el aprendizaje implica esfuerzo y no es sólo cosa de “parecer listo” o “ser un genio de nacimiento”. Está demostrado que al inculcar este tipo de pensamiento en las niñas ayuda a que se sientan empoderadas y no tengan miedo de enfrentar cualquier reto o barrera, incluyendo los que se asocian a estudiar una carrera STEM.
- Hablemos abiertamente de los estereotipos de género: claro que como padres, no tenemos control sobre los insumos que reciben los niños de los medios, los libros, las películas, pero sí podemos discutirlos con nuestros hijos cuando los vemos. Perdamos el miedo a tener esas conversaciones con ellas y ellos, pensando que no están listos para entenderlo. Es el mejor momento para que identifiquen un estereotipo cuando lo ven y aprendan a separarse de él. Claro que las niñas, pero también los niños. Por otro lado, es importante escuchar sus propias conversaciones. Hay una señal de alerta cuando una niña nos dice “soy mala en matemáticas”, “yo no sé hacer eso”, “es muy difícil para mí”. Es el momento preciso de volver a la mentalidad de crecimiento y ayudarla a cambiar esa percepción.
Claro que todas estas barreras no van a desaparecer de la noche a la mañana. Pero si desde ahora ayudamos a las niñas a verse diferente a sí mismas en esos ámbitos, a ilusionarse con lo que pueden alcanzar y enseñamos a los niños que es un terreno compartido entre ambos, quizá logremos formar una generación donde las científicas, ingenieras, matemáticas, programadoras, etc. dejen de ser una excepción.