¿Cuándo fue la última vez que entraste a tus redes sociales o mandaste un correo electrónico? ¿Cuánto tiempo hace que compraste algo en línea o hiciste una videollamada con tus amigos? ¿Viste las películas nominadas a los Oscar en algún servicio de streaming? ¿Te tomaste una selfie o un montón de fotos de tus hijos y mascotas?
Seguramente hiciste alguna, o varias de ellas, en las últimas horas. La tecnología se ha vuelto parte de nuestra vida cotidiana y la forma de relacionarnos con las personas en nuestras vidas y las actividades que nos gustan. Por si la dinámica no había cambiado suficiente, los últimos dos años esa tecnología demostró que es la mejor forma de estar conectados, sin importar la distancia y ubicación.
Pero, ¿te has preguntado cómo funciona todo esto? ¿Cómo crean los ingenieros esos servicios y herramientas que usamos de manera tan natural? La respuesta está en la programación: la columna vertebral de la innovación.
¿En qué consiste la programación?
Las computadoras son máquinas increíbles, pero todavía no pueden pensar o resolver problemas por sí mismas, aunque lo parezca. La programación es el proceso mediante el cual utilizamos lenguajes para crear instrucciones que los dispositivos entiendan. El código es crucial para desarrollar programas informáticos, aplicaciones móviles, sistemas operativos, sitios web, videojuegos y mucho más.
La programación ayuda a los humanos a comunicarse e interactuar con las máquinas, creando interfaces técnicas que nos ayudan a diario de múltiples maneras.
Lenguajes de programación
Los lenguajes de programación son un conjunto básico de reglas que ayudan a definir cómo se escribe el código. Estos lenguajes ayudan a salvar la distancia entre el lenguaje humano y el de la máquina sin esfuerzo.
Hay cientos de lenguajes de programación utilizados en todo el mundo, que sirven a varias industrias, aplicaciones y profesionales, como ingenieros de software, científicos de datos, exploración espacial y otros. Estos afectan a multitud de negocios, como el transporte marítimo, las finanzas, la salud, el marketing, la atención al cliente, las ventas, etc.
¿Sabías que ciudades enteras funcionan con grandes volúmenes de código? Desde el transporte público hasta los semáforos. Tus calculadoras, electrodomésticos, televisores inteligentes, máquinas de café, coches, etc., se controlan mediante algún nivel de programación.
Codificación, comunicación y conectividad
Los humanos somos seres sociales y la tecnología nos ha permitido estar conectados virtualmente de forma constante y conveniente. El tiempo, la distancia y la ubicación ya no son impedimentos cuando se trata de estar en contacto con los amigos y la familia. Tenemos a la mano una gran cantidad de opciones como el correo electrónico, los servicios de mensajería instantánea, las redes sociales, servicios de audio, video y conferencias telefónicas, etc.
Hace muchos años que las computadoras se volvieron parte de nuestro día a día, poco a poco fueron evolucionando para dar lugar a otros dispositivos, que cada uno a su manera y en su momento, son fundamentales para nuestras actividades cotidianas, como los teléfonos inteligentes y las tabletas. Además de sus funciones básicas, cada uno de estos nos permite acceder a servicios de comunicación, aplicaciones, compras en línea y un sinfín de opciones, incluso de mero entretenimiento.
Pero la tecnología y la conectividad no se quedan ahí. Hay otros espacios donde convivimos con ellas, constantemente, casi sin darnos cuenta.
Por ejemplo, los coches. Aunque siguen siendo un vehículo para desplazarnos de un punto a otro, los sistemas y códigos embebidos en ellos nos permiten diagnosticar su estado para garantizar mayor seguridad y confiabilidad, además de otros componentes que se han automatizado, como el monitoreo de obstáculos en el camino, asistentes de manejo y estacionamiento, la iluminación, señales de advertencia, etc. Desde luego, la conectividad con sistemas de comunicación y navegación, que facilitan y hacen más seguro cada viaje.
Lo mismo sucede con sistemas de salud e incluso dispositivos personales, como relojes inteligentes que monitorean el ritmo cardíaco, la respiración, la oxigenación y hasta riesgos de caídas. Todo ello, gracias a la programación a la medida de cada funcionalidad.
Vivimos en una era de información en la que la conectividad a través de la programación hace posibles aplicaciones de comunicación increíblemente complejas, pero al mismo tiempo fáciles de usar.
La programación es ya intrínseca a nuestras vidas, sus aplicaciones la han simplificado y han acercado al mundo, poniendo proyectos, entretenimiento, información y emociones en la palma de tu mano.
Sin duda, el futuro será de quienes hoy aprendan el lenguaje universal de la programación.