Seguramente has escuchado que la programación, al igual que otras disciplinas que se centran en números y fórmulas como las Matemáticas y la Física, no requiere de imaginación. De hecho, se piensa que programar es una actividad rutinaria en la que las personas se pasan el día frente a pantallas, escribiendo y corrigiendo códigos. Sin embargo, los códigos comenzaron una revolución en el mundo del arte y están cambiando la forma en la que vamos a los museos. Toma un boleto y acompáñanos en esta visita guiada en la que conoceremos cómo la programación se volvió arte. 

Una realidad más amplia

Antes de empezar, es necesario recordar lo que hemos aprendido de realidad virtual. De acuerdo con el Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey, esta es “la inmersión en la simulación digital de un mundo en la que el usuario puede manipular los objetos e interactuar con el ambiente”. Por ejemplo, el universo de los videojuegos se ha modernizado y son más las empresas que apuestan por productos nuevos con realidad virtual —Nintendo Labo o los accesorios de Sony para que vivas una nueva experiencia con tu PlayStation—; para participar necesitas las gafas de realidad virtual y tu consola. 

La realidad virtual no solo se emplea en videojuegos. En materia educativa, sus aplicaciones son infinitas: desde proporcionar a los futuros médicos prácticas interactivas y libres de cadáveres hasta entrenar a los próximos astronautas. Y eso no es todo, también es una herramienta para abordar los problemas sociales: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la usa para concientizar sobre la crisis humanitaria.

Existe otro concepto que normalmente se confunde con el de realidad virtual: la realidad aumentada. Sin embargo, esta “es una tecnología que agrega información digital a los elementos físicos del entorno, imágenes u objetos reales captados a través de un dispositivo móvil”. Por ejemplo, Pokémon Go es uno de los máximos exponentes de la realidad aumentada. 

Ahora bien, ambas realidades son posibles gracias a códigos, es decir, detrás de estas innovaciones se encuentran los programadores. Por último, es necesario resaltar que la realidad virtual y la realidad aumentada no son mutuamente excluyentes. El uso conjunto de las dos, conocido como realidad mixta, brinda a las personas una experiencia inmersiva. 

Otra forma de ir al museo

La pandemia motivó a varios museos a abrir sus puertas de forma digital. Así, durante una breve temporada pudimos visitar, gracias a la realidad virtual, el Museo del Louvre, el Museo Nacional del Prado, el Museo Pushkin y el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Bogotá. Este episodio ayudó a que los museógrafos y los galeristas se dieran cuenta del potencial de la tecnología en las exposiciones. 

Por ejemplo, el Louvre descubrió que la realidad virtual es una herramienta para acercar a las nuevas generaciones al arte clásico y lo animó a crear la experiencia “Más allá del cristal”, que permite apreciar obras que usualmente están atiborradas de gente, desde tu teléfono celular. Para el caso de la emblemática Mona Lisa, también se aprecian las técnicas que Da Vinci utilizó en su creación y permite una visualización de 360 grados. 

Otros museos prefirieron apostar por la realidad aumentada. Tal es el caso del Detroit Institute of Arts Museum (Instituto de Artes de Detroit), quien en colaboración con la firma francesa GuidiGo, creó Lumin, una app para celular que añade información relevante de las piezas que contemplan los visitantes. 

Esta tecnología ya llegó a México. Por ejemplo, del 24 de mayo al 28 de agosto el Museo de Antropología en colaboración con Design Week México y el Centro Ricardo Salinas Pliego, presentó el Pabellón del Encuentro, una experiencia inmersiva de realidad virtual en la que los visitantes vieron el auge y la caída de Tenochtitlán. La exposición también incluía otros lugares emblemáticos de los aztecas, como el zócalo de la Ciudad de México.

Además, el Museo Trick Eye brinda una experiencia de realidad aumentada a los visitantes. Estos tienen que descargar una app especial para ver las obras en todo su esplendor. Así, lo que para el ojo humano es solo la pintura de un monstruo marino, cobra vida en la cámara de los celulares que ¡captan el fuego que lanza el terrible monstruo!
¿Qué te parece? Ahora que ya sabes lo que la programación es capaz de hacer en los museos, no dudes en defenderla la próxima vez que alguien la describa como aburrida, tediosa o mecánica. ¿Qué campo crees que la programación puede revolucionar en el futuro? ¿A ti qué te gustaría revolucionar con ella? ¡Queremos escucharte! Así que no lo pienses más y agenda una clase prueba hoy en BYJU’S FutureSchool, el lugar en el que todas tus creaciones se vuelven realidad. ¡Hasta la próxima!

Redacción: Gilberto Cornejo

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