¿Eres team razón o team emoción? Por mucho tiempo, ha existido un debate sobre las habilidades controladas por los dos hemisferios en el cerebro: numérica del izquierdo y artística del derecho. Incluso, se dice que ambas pueden hacer contacto y pasar información entre sí. Que si esto es cierto o no, aún no sabemos pues los científicos no logran ponerse de acuerdo… pero ¿qué tal si, en efecto, estos dos lados opuestos se atraen? 

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Seguramente has escuchado los nombres de pintores famosos como Leonardo da Vinci, George Seurat, Sandro Botticelli, Miguel Ángel, Salvador Dalí… ¿qué es lo que todos ellos tienen en común, aparte de deleitar al mundo con sus grandes pinceladas? Aunque no lo creas, detrás de sus obras maestras, hubo fórmulas matemáticas durante sus procesos creativos. Las matemáticas serían para muchos artistas su mayor musa y aliada: desde la proporción áurea hasta las líneas en el op art (ilusionismo óptico), ¡su belleza no podría medirse!

Y si dejamos de lado por un momento los ejemplos emblemáticos pintorescos, ¿crees que hay algo compartido entre las matemáticas y el arte? Bueno, ambas llenan un vacío, un espacio en blanco, llenan la nada con algo: un lienzo o una tabla al desnudo en buenas manos contenerán pinceladas abundantes de color y números que simbolizan belleza. 

El susurro de la musa 

Sabemos que la inspiración se puede encontrar en cualquier lugar y momento: ¿tú la encontrarías en los números? Por alguna razón y por mucho tiempo, los artistas han materializado dicha abstracción en un medio que podemos apreciar con nuestros sentidos. La Mona Lisa (AKA La Gioconda) de Leonardo da Vinci es el mejor ejemplo que representa la influencia de la proporción áurea en el arte. El grabado Melancolía I del alemán Alberto Durero es conocido por usar el cuadrado mágico y el trapezoedro triangular truncado. Y las matemáticas también llegaron a ser el sujeto principal en la redacción de algunos libros de arte, como La divina proporción de Luca Pacioli, cuyas ilustraciones corrieron a cuenta de da Vinci.

El número que vale oro

La proporción áurea, la proporción divina, la media áurea, la razón dorada, el número de oro… todos estos títulos suenan inspiradores, ¿no? Tantos nombres distintos para expresar una relación matemática única —cuya representación es trazada con la letra griega fi (Φ,φ)—, entre dos segmentos de una recta y posee el valor de 1.618.

El numerito tuvo aplicaciones artísticas en un amplio catálogo de obras de renombre, como del ya mencionado Leonardo da Vinci: la Mona Lisa, La última cena y Anunciación son piezas agraciadas con el toque dorado de la proporción áurea. Otras menciones honoríficas de lo anterior van para El nacimiento de Venus por Sandro Botticelli, Un baño en Asnieres por Georges Seurat y La creación de Adán por Miguel Ángel.

Composición (geométrica): más que bolitas y palitos 

¿Alguna vez tomaste una clase de Arte? ¿Recuerdas el primer dibujo que tus padres pegaron en el refri? ¿Qué tal tu cuaderno de bocetos? Si echas un buen vistazo, es muy probable que todos parten de elementos geométricos: líneas rectas, curvas, círculos, cuadrados, arcos… ¡Sí! Los pajaritos, conos de nieve, árboles y casas plasmados en tus hojas indican una relación directa entre el arte y las matemáticas. 

Así vemos que la composición de muchas obras de arte consiste en el uso de figuras geométricas: Los tres músicos de Pablo Picasso, Globo rojo de Paul Klee, Broadway Boogie-Woogie de Piet Mondrian, El caracol y La alegría de vivir de Henri Matisse es una lista de piezas que exponen los usos de la geometría. Es más, buscar una pieza artística sin ningún elemento geométrico ¡es como buscar una aguja en un pajar!

Las dimensiones de lo abstracto 

Además de llenar vacíos, el arte y las matemáticas también comparten el factor abstracto. Sin duda, la tendencia del arte abstracto parte desde su misma existencia por incluir formas y colores que ofrecen la visión de una realidad distinta a lo natural.

A veces el arte, como el amor, no es más que una simple ilusión. Un lienzo de dos dimensiones puede portar una escena de tres o cuatro: todo depende de las técnicas del artista de transformar una hoja blanca para jugar con dimensiones y plasmar su idea en una ilusión óptica, capaz de engañar el ojo hasta del más crítico espectador. Aquí es donde las matemáticas y el arte se encuentran en el mismo plano.

Un monumento con cimientos numerales 

Pasemos del canvas al mármol: las matemáticas no son exclusivas de la pintura. La escultura también logró apropiarse de los dotes numéricos para ocupar un lugar entre la lista de las bellas artes. A lo largo y ancho del mundo, encontramos modelos que dejan sin palabras al público: la transformación de bultos de materia prima tallados a la perfección que regalan a la realidad mundana una fantasía de lo divino.

Más que una gran imaginación y buena mano, el escultor también depende de cierta magia para reconciliar fuerzas gravitacionales, ángulos y simetría a fin de traer su máxima creación al mundo: la fórmula perfecta entre matemáticas y arte.

No cabe duda que las matemáticas están en todas partes. Si bien el concepto principal donde las encasillamos comprende sus aplicaciones —como cálculo, la estadística, el álgebra y la geometría— para resolver ecuaciones, generar gráficas o sumar y restar, no podemos olvidar que las matemáticas y las bellas artes se hicieron amigas de por vida. La próxima vez que vayas a una galería, encontrarás muestras de esta culminación para el deleite de tus pupilas. 

Y como detrás de prácticamente toda gran obra de arte, hay matemáticas que la enmarcan, puedes unirte a una clase prueba en BYJU’S FutureSchool para sacar tu máximo potencial en el arte de las Matemáticas.

Traducción: Evelyn Meza

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